
Con referencias como ésta, no es raro que los seguidores de Marvel hayan puesto el grito en el cielo. Es un matrimonio raro: ¿cómo van a entenderse los mayores defensores de la familia y el conservadurismo con unos superhéroes atormentados y para nada recomendables para la infancia? Está claro que pronto saltarán chispas. Y ya se sabe que, al final, el que compra es el que manda. Por supuesto, al principio no habría mayores cambios: a ninguna empresa le conviene enemistarse con sus colaboradores. Pero, ¿creen que esto sería para siempre? Personalmente, no lo creo. A lo mejor no son modificaciones muy evidentes, pero obviamente, pueden contribuir a que las adaptaciones al cine sean menos “oscuras”, ni tan “políticamente incorrectas”. La familia es la familia, ya se sabe.
De hecho, las compras compulsivas de Disney de los últimos tiempos pueden tener otra consecuencia: podemos volver a la época en que ellos tenían el monopolio. Sólo que ya no se conforman con reinar en la animación (prueba de ello es la adquisición de Pixar, sus principales rivales hasta el momento), sino que ahora lo quieren TODO. Quizás quieran dominar el mundo, como los villanos de Marvel.
Quiero dejar claro que no tengo nada en contra de Disney: también me crié viendo sus clásicos, y muchas de sus películas son obras maestras, de eso no hay duda. No hay nada que objetar en lo creativo, pero que el pez grande se coma a los demás no beneficia a nadie: ni a la industria del cine ni a los espectadores, en general.
