lunes, 7 de septiembre de 2009

Michael Moore y otras paradojas

El mundo está lleno de contradicciones y de gente que no es lo que parece en general. Siempre se dice que los que más alto son los que más tienen que callar. Y desde hoy, el afamado director Michael Moore forma parte de esta amplia lista.

La imagen que siempre hemos tenido de Moore es la del defensor de los desamparados, de los damnificados por el sistema en general y el Gobierno americano en general. En su última película, “Capitalism. A love story”, arremete contra el capitalismo de la sociedad. De lado de los más pobres se pone alguien que vive en una casa en Manhattan valorada en más de un millón de dólares, vamos, que el sistema que él tanto critica en verdad le beneficia. En un mundo comunista no viviría así de bien

Pero lo que ha conmocionado al mundo del cine ha sido la rueda de prensa que Moore ofreció ayer en la Mostra de Venecia para presentar su último filme. Los periodistas increparon al director por cobrar cifras de 2.000 y hasta 5.000 euros por cada entrevista ). Moore ha culpado a sus representantes (claro, no va a decir “Pues sí, lo hago, ¿qué pasa?”), pero eso de que él no sabía que su presencia se cotizaba tan cara no se la cree nadie, la verdad. Una gran paradoja, en todo caso



Lo que está claro es que tanto las películas como la imagen del propio Moore cada vez están más en entredicho. “Bowling for Columbine” y “Fahrenheit 9/11” eran unas denuncias necesarias. “Sicko”, a pesar de lo interesante de su tema (el desastroso sistema sanitario en EE.UU.), empezó a acusar el hartazgo de una fórmula demasiado repetida. No he visto su último filme, pero apuesto a que vuelve a ser más de lo mismo. Los incondicionales de Moore la disfrutarán, en todo caso

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